(A mis hijas Ana y Mayra)
Estos cascabeles que traje de París
el día que no habían mas cigüeñas,
que me hacen correr cursi entre las cercas fronterizas
y vacían mis bolsillos de diamantes,
no los cambio,
por nada.
El único sonido que entiendo entre las sinfonías,
el vaivén del trote de mis horas.
Su campaneo es la guia de este ciego
que ríe como un loco
y solo ve caleidoscopios.
Mi rumbo pues, mi sueño pues y la alegría.
Aunque a veces el tiempo se desborda,
todo este amor
ha de caber en mi.
que lindo! esta increible!
ResponderEliminarlos hijos son una inagotable fuente de preocupaciones pero traen una inmensa felicidad y bellas cosas como esta que escribes. Marsel.
ResponderEliminarDe seguro son ellos el agua mas pura que corre a nuestro lado y nos refresca el alma mientras encuentran su camino.son los hijos la orquesta majestuosa que suena en la cabeza sin dejar espacio a distracciones,son los ojos del tiempo que llenan nuestra vida de huellas interminables de recuerdos, vivencias, esperanzas y si algo es muy cierto es que sin duda alguna son hacen crecer junto con ellos y cuando nos damos cuenta es cuando reconocemos que somos mejores seres humanos..y todo gracias a esas formidables personitas...
ResponderEliminargracias tienes una bella manera de decir.