Te veo así,
como todos te sueñan.
Plateada de sudor y luna,
tendida silueta que hoy armé con besos.
Seguros trazos de tinta
sobre la seda china...
Hay días que te encaramas a tu altar de silencios
y no te soporto.
A punto he estado de colgarte las flores,
prenderte una vela
y largarme de tu Templo.
Esos días un poco mas largos que la fe,
otro tanto mas cortos que la paciencia.
Y recorro a tu alrededor actuando poses de pensador
y me trepo en los confines.
Meto el dedo en las telas de arañas de tus ultimas palabras
me retuerzo,
convulsiono un poco de despechos.
Reitero uno de mis cortos ciclos
y caigo en cuenta de los tuyos...
Me quedo entonces...
Yo también callo...
Hay días que estas en tus días...
Pasa el tiempo y se crecen las ideas,
unos tiempos que merecen ser vividos
en que los sueños mas profundos son fortuna
de un Siglo que nació hablando de vestidos.
Vienen nuevas las canciones desde el mar
hablando de robos del destino y de la miel.
Canto que sabe a viaje
cuando de tonos hacia falta el mas tibio.
Puedo hablar de cosas pesimistas.
De las ideas que pasaron por mi mente de paseo
y dejaron este olvido que hoy padezco y me duele
y me obliga a decir palabrotas por instinto.
Del sillón de la balanza rota.
Del Ángel de la Guarda que no viene.
Del tratar de que me escuchen
bajo la lluvia de gritos que corrompen mis costumbres
y a ellas no renuncio.
Maquillada y lúcida.
Un columpio es el péndulo
que marca el compás
de la ingravidez en tu simetría.
Cómoda estas en los recovecos del vacío
cuando a el apuestas
una y otra vez
para llegar y volver de unos brazos
que ahora te reciben
y al instante te lanzan
de vuelta a la precisión.
Dos luces, mil ojos te siguen
de la banca de asombros.
Desde tu mano tendida de saludo,
a través de la acrobacia,
hasta la pose final...
...Aplausos...
...Yo me empino a mirar el lunar en tu espalda...
Si tu eres Tormenta...
Que caigan sobre mi las nubes,
que se condense todo ese mar que el cielo roba
sobre el calor que esta carne cruda emane.
Si tu eres Tornado...
Que me sacudan los remolinos
que el viento puja contra la lucidez.
Si tu eres Relámpago...
Que no sea la luz de la veloz esfera,
que venga de ti el golpe, la descarga
que me parta en dos.
Eres el Ángel que no perdona,
que remonta vuelo, me da la espalda.
Solo veo tus alas revoloteando de ida...
El que a veces se lleva
un saco de piedras
que pesa en el alma...
Gracias por la estiba
de un poco del Pasado...
Te debo el Presente
que habrás de cobrar...